El auge del cuidado de la piel infantil impulsado por las redes sociales genera preocupación entre especialistas, quienes advierten sobre los efectos del uso prematuro de cosméticos.
Pese a que los rituales de belleza hayan existido desde la Antigüedad, no siempre fue una práctica tan presente como lo es actualmente. Hoy en día, gracias al constante avance de la dermatología, las soluciones faciales han sido adaptadas a múltiples tipos de pieles y sus condiciones. Sin embargo, la línea entre la necesidad médica y la comercial parece ser cada vez más difusa en lo que a esta industria del skincare respecta.
Durante los últimos años, el término “Sephora kids” [niñas Sephora] se viralizó en Tik Tok. Clientas regulares y empleadas de la cadena de cosmética norteamericana compartieran sus malas experiencias con niñas y preadolescentes que acudían a las sucursales en busca de los últimos artículos de skincare en tendencia, incluso si estaban hechos a base de componentes innecesarios o hasta dañinos para su piel.

El uso indiscriminado de productos dérmicos y puede derivar en complicaciones clínicas
No fue la presencia de estas nuevas consumidoras lo que generó preocupación: la industria de belleza y maquillaje ha sido un espacio de descubrimiento y exploración artística para jóvenes durante generaciones. Sin embargo, ya no son simples paletas de sombras o brillos labiales lo que buscan. Entre algunos de los ítems más demandados se destacan, por ejemplo, los preparados antiage a base de retinol, un derivado de la vitamina A que renueva y favorece la elasticidad de la piel para combatir las arrugas, los cuales se venden en un rango de 40 a 70 dólares.
Según un informe de Statista, se espera que la industria internacional de skincare para niños e infantes alcance los 484.000 millones de dólares en ganancias para finales de 2025, lo que indica un crecimiento anual del 6,27%. En Argentina, marcas como Isadora y Todomoda cuentan con sus propias líneas de cuidado facial desde 2020, con un amplio catálogo de mascarillas, tónicos y espumas de limpieza a la venta. En una era de constante difusión y exposición mediática, resulta esperable que niños y preadolescentes demuestren un creciente interés en un sector de tan rápido ascenso.
El fenómeno abrió paso a un debate en redes sociales, donde los usuarios comenzaron a cuestionar el verdadero motivo detrás del uso temprano de cosmética. No obstante, la problemática no solo tuvo repercusión en internet: profesionales en el campo de la dermatología pediátrica han demostrado una preocupación generalizada por el repentino deseo de consumo estético entre menores de 13 años, en parte generado por un fenómeno hormonal de pubertad temprana.
“En el último año, los dermatólogos pediatras hemos tenido muchas consultas de skincare a partir de los ocho o nueve años. Nos llamó la atención porque no era una consulta habitual en este rango de edad –comenta la Directora de Dermatología Pediátrica de la Sociedad Argentina de Dermatología, Dra. Marcela Grees–. Yo les explicaba a mis pacientes que solamente necesitan una higiene básica y protección solar, no hacía falta utilizar usar tal cantidad de productos que no son ni para su edad ni para el momento”.
Entre las causas principales que han llevado a las mujeres al consumo prematuro de productos para el cuidado del rostro, los especialistas han destacado la influencia mediática. Tal como indica la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y Adolescentes, un 75% de los menores de edad tienen perfiles activos en al menos una red social y un consumo estimado de al menos tres horas continuas diarias.
[Traducción] POV: cuando tu hermana es una niña Sephora de 10 años
“Hemos visto menores con rosácea que han llegado al consultorio con la piel empeorada por ponerse productos comerciales que se difunden en la publicidad y que terminan siendo contraproducentes para su problema. Los compran solo porque los comerciales lo dicen y lo venden como si fuese para todos”, agregó Rees.
“Hay algo muy importante, y que a mí me preocupa mucho, que es el ‘intrusismo médico’. Es cuando aquel que no es profesional de la salud recomienda, indica o propicia. Esto tiene que ver con los medios de comunicación y con las redes –concluyó la especialista–. Porque un influencer venda un producto, no significa que tenga un fundamento científico ni médico para recomendar ninguna práctica. Lamentablemente esto se ve todos los días. Cualquiera puede indicar cualquier cosa o considerarse experto en algo en lo que no tiene formación”.
Pero las consecuencias van más allá de la superficie de la piel: la exposición temprana a prácticas de belleza no solo generan hábitos, sino ideas de cómo uno “debería” verse, según señala la Dra. Ana Maglio, directora de la Fundación Equipo de Terapia Cognitiva Infantojuvenil (ETCI).
“El niño replica lo que ve porque su primera vía de aprendizaje es el modelado, el comportamiento de imitar –afirma la terapeuta infantil–. Su sistema cognitivo reproduce lo que observa, por eso es tan importante la regulación de lo que el niño consume.” Mientras tanto, son cada vez más las marcas de belleza que contactan a influencers y creadores para promocionar sus artículos. Tan solo en TikTok, la palabra skincare cuenta con 22.1 millones de publicaciones.
“[Las redes sociales] son espacios en los que se generan normas, muchas de las cuales ponen especial énfasis en la apariencia como medio para alcanzar objetivos, integrarse en un espacio social o incluso ser validado o querido– añadió la directora–. Al poner el foco en el atractivo como manera de trascender, se produce un incremento en el riesgo de padecer enfermedades mentales, entre ellas los desórdenes alimenticios, la depresión o la ansiedad”.
¿Cómo responden las marcas?
En el marco internacional, fue Drunk Elephant, una reconocida compañía de estética estadounidense, quien reconoció la agravante situación y publicó un anuncio orientado a usuarios jóvenes y sus padres en redes sociales. “Muchos de nuestros productos están diseñados para todas las pieles, incluyendo niños y adolescentes. Principalmente, diría que te alejes de nuestros productos más potentes que incluyen ácidos y retinoles; tu piel no necesita estos ingredientes todavía”. Asimismo, la empresa especificó aquellos artículos cuyo uso indiscriminado se considera seguro.

Por su parte, la agrupación Blue Star Group, responsable de las cadenas Isadora, Todo Moda y Todo Moda Beauty, afirma que, pese a carecer de controles sanitarios de los productos de skincare previo a su exhibición, la comercialización de estos cumple con todos los requisitos impuestos por la Asociación de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Entre ellos, se demanda la especificación de los ingredientes de acuerdo a su concentración dentro del preparado y las indicaciones de edad y zonas del rostro a aplicar o evitar.
“Noto más que nada muchas chicas de entre trece y catorce años que preguntan siempre por los mismos tres productos: el contorno de ojos, el serum y la crema reparadora, todos pensados para un público más maduro –comparte Cecilia Leonardis, responsable de marketing de la agrupación–. A la hora de atender, si veo que la persona es demasiado joven o llega con el uniforme del colegio y pretende comprarse un exfoliante químico, recomiendo que siempre consulten con un dermatólogo o cosmiatra con antelación. Esto parece funcionar, ya que no hemos tenido ni una queja por reacción alérgica en los tres años que llevo en mi puesto”.
Asimismo, la referente comercial señala que existen determinados locales de la empresa donde estas jóvenes pueden solicitar una rutina de cuidado de la piel personalizada de acuerdo a sus condiciones dérmicas.
En un mercado dirigido a consumidores cada vez más jóvenes, el auge del skincare infantil no sólo plantea cuestionamientos dermatológicos, sino también sociales. Numerosos especialistas de campos relacionados a esta problemática consideran necesaria la difusión y concientización respecto a los riesgos que estas prácticas conllevan, especialmente para que la salud de una niña no dependa de tendencias virales, estéticas inalcanzables o decisiones comerciales disfrazadas de autocuidado.
.