Comenzó a desfilar a los cuatro años y hoy tiene más de 55 mil seguidores en Instagram. Modelo, estilista, estudiante de Administración y profesora de danzas, Pauletto se define como una persona apasionada y sensible pero aclara: “En mi vida no hay grises”.
“Yo no voy a dejar mi vida por vos, así que buscá otra”, le respondió Antonella Pauletto a sus diecisiete años al director de una agencia de modelaje que como requisito para entrar le exigía bajar tres kilos y abandonar el gimnasio porque tenía los músculos “muy tonificados”. Su segunda mala experiencia fue cuando otro director “de una empresa recontra conocida”, le dijo explícitamente que quería algo más con ella. “A mí no me interesaba estar en una tapa a cuesta de estar con alguien, fue horrible”, admite al recordar aquel momento en el que ni siquiera era mayor de edad.
Cuatro años después, Antonella dice que lo único que no volvería a hacer es intentar meterse en una agencia donde, para entrar, “te miden milimétricamente el cuerpo y la cintura y se fijan si tenés más goma, si sos más alta, si servís, si llegás al metro setenta y cinco”.
-Pero no va por ahí, va por tu talento y por lo que vos das y le entregás a tu público.
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Un metro setenta y cinco, un abdomen plano y tonificado, al igual que el resto de sus músculos. Labios carnosos, cejas despeinadas y una sonrisa que cuando muestra los dientes, hace que se le achinen los ojos. Antonella Pauletto es modelo, estilista, estudiante, profesora de danzas y hace cursos online de lo que te imagines.
Seguramente alguna vez viste a Antonella Pauletto y no lo sepas. Abrís la página de Dafiti y la encontrás, lo mismo que en Puma y en We Are Velvet, también en Converse y en Maybelline, en OnaSaez, Blaqué, Las Pochis, entre otras. Además, alguna vez modeló para Verónica de la Canal y salió en las revistas VOGUE Italia y Para Ti Revista.
La carrera como modelo de Antonella viene en ascenso desde hace rato y ni la pandemia fue capaz de ponerle freno. Aunque durante largos meses los estudios estuvieron cerrados y productores, estilistas y maquilladores no pudieron trabajar, la moda es un mundo “que se reinventa todo el tiempo”, y así lo hizo Antonella. Con Micaela Bianchi, amiga fotógrafa, empezaron a crear contenido para las marcas de ropa que se habían comunicado con ellas. Comenzaron mandando packs de looks -cinco o seis- a los que le ponían precio por estilismo, maquillaje, peinado y las marcas, que por la situación que generó el covid-19 no tienen demasiado presupuesto, les encargaban la producción: “Si te manejás, ya está, y arrancamos así”.
El éxito de Antonella y Micaela llevó a que las marcas que deseaban contratarlas se multiplicaran y las empiecen a contratar para que directamente, les organicen todo: ambientación, estilismo, maquillaje y peinado. “Ellos solamente ponían la plata y ya está”, y así comenzaron a armar un equipo profesional más grande.
Micaela Bianchi cuenta que trabajar con Antonella es muy divertido ya que son muy parecidas a la hora de hacerlo, lo que hace que se complementen y que la tarea se vuelva dinámica. “Como ambas somos freelances (trabajan por cuenta propia) decidimos reinventarnos por la necesidad de trabajar porque no contábamos con un ingreso fijo”, cuenta la fotógrafa y admite que “gracias a un montón de emprendedores que confiaron en nosotras, tuvimos la suerte de salir adelante”.
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“Vos creaste este monstruo así que jodete”, le reclama Antonella a su mamá, Sandra Belardo, entre risas, quien la puso por primera vez en una pasarela a los cuatro años. Sandra de joven era modelo y trabajó para Claudio Cosano y Roberto Piazza, dos diseñadores argentinos reconocidos.
Sandra recuerda detalladamente que en aquel primer desfile a su hija le hicieron “probar un vestido de broderie con un saco de hilo verde y ella estaba fascinada”. “Cuando llegamos a casa, quería que le enseñara a desfilarlo así que practicamos esa sacada de saco y esa vueltita”, dice.
A pesar de que no está científicamente comprobado que la pasión por la moda es hereditaria, Antonella asegura que desde que tiene uso de razón, se recuerda jugando a desfilar. Ponía dos palos como si fueran el límite de la pasarela y “desfilaba, daba la vuelta y a la mitad me sacaba el saquito”.
Sandra reconoce que el amor de Antonella por la moda nació desde pequeña y que como familia siempre estuvieron ligados a ese mundo porque les gustaba. “Era muy chiquita y se preocupaba por combinar los colores, porque todo tuviera que ver con todo, que la mochila le combinara con las zapas que llevaba al jardín”, agrega.
Agustina Dalbene, una amiga de la infancia de Antonella admite que “siempre se supo que quería ser modelo”. Su compañera de jardín y escuela primaria cuenta que “siempre estaba bien vestida y súper coqueta”. Agustina, también reconoce que el hecho de que la mamá de su amiga haya estado siempre metida en la moda y que Antonella haya sido hija única fue un factor fundamental en su carrera artística. “Siempre estuvo super metida en lo que era la moda, además porque nació y se crió en eso”, dice.
Además de la moda, Antonella adquirió de sus padres el poder de administrar y dirigir. En la escuela, si todos querían jugar a la escondida y ella no, no se jugaba. Sus padres tienen una empresa y siempre que su hija la visitaba curioseaba por todo. Hoy estudia Administración de Empresas y aunque el modelaje le consume la mayoría de su tiempo y no se ve en trabajo de oficina, la carrera le encanta y solo le faltan dos años para recibirse.
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El 17 de junio del 2019 se estrenó el primer capítulo de la serie Monzón, que narra la vida del famoso boxeador Carlos Monzón en diferentes etapas. Además, fue una tira en la cual Pauletto consiguió un bolo, una participación pequeña con poco o nada de diálogo en la televisión o cine. Al principio la habían convocado para actuar un trío, pero dijo que “niiiiiii loca”, no estaba dentro de sus posibilidades, así que terminó haciendo de una mujer francesa que participaba en una fiesta. Por haber obtenido sólo un papel mínimo, tenía que presentarse un solo día al set, pero al productor le gustó su perfil y la invitó tres días más.
Desde que Antonella conoció el mundo del cine desde adentro sueña con formar parte de una tira diaria o de una película. En cuarentena siguió con las clases de actuación para perfeccionarse e hizo castings. Otro de sus sueños es ser tapa de VOGUE o que Chanel la llame a desfilar y mientras lo cuenta, admite: “Mirá boluda, se me pone la piel de gallina, qué tonta”.
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Pasaron cuatro años desde que Pauletto comenzó a dedicarse al 100% a su carrera artística y destaca, por sobre todas las cosas, el hecho de haber aprendido a no encasillarse y valorar su trabajo: “Yo hago tanto campañas de ropa de flores tanto como ropa de shopping y en la moda eso es una vara enorme”. La modelo elige valorar ambas partes de lo que es la moda y todo tipo de trabajo, como le inculcaron sus padres.
Además de todas las enseñanzas, aprendizajes y trabajos que brinda el mundo de la moda Antonella destaca que lo más importante es no perder la esencia, cosa que en algún momento pensó que era probable.
-Acá lo tenés todo. Pero, o vas por el buen lugar o vas por el malo y llegás más rápido.
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Antonella Pauletto se define a sí misma como una persona apasionada, responsable, sensible y directa, aunque la última es la que más problemas le trae: “En mi vida no hay grises. Cuando quiero, quiero y cuando te odio, te odio”. También admite ser muy justiciera, “me rompe las pelotas cuando dicen algo que no es de esa manera”, recordando un hecho de un año atrás, donde recién empezaba a salir con su novio, el actor de 28 años Gastón Soffritti. Recién se estaban conociendo y no sabían si la relación sería para largo, pero recuerda que varios medios dieron la primicia y su abuela la llamó diciéndole: “Ay Antonella, te estoy viendo en televisión ¿con quién estás saliendo?”.