El presidente de la ONG “Hablemos de bullying”, Pablo Mainer, analiza el nuevo esquema para tratar los casos de acoso y cómo realizar una contención integral.
Si bien en Argentina no hay estadísticas concretas sobre esta problemática, desde Unicef aseguran que al menos la mitad de los adolescentes del mundo ha sufrido de algún acto de violencia (física, verbal o psicológica) en las instituciones escolares. Alrededor de 150 millones de estudiantes de entre 13 y 15 años confesó haber sido víctimas de sus compañeros.
En 2013 se estableció el Día Mundial contra el Acoso escolar. Pablo Mainer, el presidente de la organización no gubernamental “Hablemos de Bullying”, de Santa Fe, explicó “es un problema que nos atraviesa porque vivimos en una sociedad violenta” y no se debe buscar culpables cuándo se aborda un caso.
Diplomado en Gestión Pública Local, durante cinco años Mainer puso en marcha desde el Concejo Municipal de Santa Fe el programa Convivencia y participación, dirigido a niños, niñas y jóvenes
En un principio, Mainer definió cómo se vive el debate actual acerca de qué es considerado bullying y qué no.
“Se trata de un acoso entre pares, sostenido en el tiempo, que normalmente está asociado a instituciones escolares o educativas pero también se puede dar en clubes o en viajes de quince, por ejemplo”, definió.
Además, resaltó la importancia de hablar acerca de un “hostigador” y un “hostigado”, en lugar de, como sucedía antes, referirse a un “victimario” y a una “víctima”. “Las concepciones cambiaron”, aseguró el presidente de la ONG y remarcó que “el hostigador también la está pasando mal. Necesita de la agresión para expresar un conflicto que no puede manifestar a través de la palabra. No es normal que un niño o adolescente quiera agredir a otro”, sentenció.
Respecto a cómo se originan los casos de bullying en las escuelas, el Diplomado en Gestión Pública Local dejó en claro que se trata de “comportamientos aprendidos”. Por lo contrario, desde la organización trabajan con habilidades socio emocionales en los más grandes y educación emocional en los más chicos.
“Desarrollamos la empatía y los incitamos a expresar las emociones, ya que los que no tienen esa posibilidad de la palabra, acuden a la agresión. Queremos que sean conscientes de lo que han provocado”, contó Mainer.
Por otro lado, aclaró cómo se puede identificar. “El bullying es silencioso, entonces, hay que optimizar la mirada y no naturalizar ciertas actitudes”, expresó. En esto juegan un rol fundamental los llamados “espectadores”. Son todos los agentes que ignoran o callan ante situaciones de violencia escolar entre pares. Puede tratarse de los docentes, no docentes, directivos y los mismos compañeros de clases. “Es un problema sistémico y hay que abordarlo cómo tal”, insistió el presidente de Hablemos de Bullying.
Y puntualizó algunos indicios: “si chicos hablan menos, se encierran en el cuarto, no se ríen, tienen dolores de panza los domingos (el día anterior a volver a la escuela), no salen al recreo, no entran al baño de la escuela, bajan el rendimiento académico, o si tienen problemas de alimentación hay que acompañarlos más de cerca”.
Finalmente, Mainer se refirió a la problemática del cyberbullying. Se trata del acoso a través de las redes sociales. “Las consecuencias son más graves porque no saben de quién se están defendiendo. El cyberbullying puede venir de perfiles falsos, del anonimato. Por tanto, el chico se va a dormir sin saber si lo seguirán hostigando”, concluyó.