El fútbol femenino dio un gran paso en su historia. Sin embargo, la igualdad económica y la visibilización son dos barreras que aún no ha logrado superar.
La Asociación de Fútbol Argentino (AFA) oficializó la profesionalización del fútbol femenino y la decisión fue celebrada entre las deportistas que debieron sortear mucho obstáculos para al fin llegar a tener este reconocimiento. Ahora bien, ¿es un cambio realmente histórico o sólo se trata de dinero?
Según explicó la AFA, la profesionalización del fútbol femenino consiste en que la entidad financie entre ocho y once contratos profesionales por plantel que juegue en el torneo de Primera División. Se trata así de un modelo mixto -al menos en un comienzo- en el que convivirán jugadoras con contratos y amateur en un mismo plantel.
Así sería la primera etapa de un proceso de profesionalización que va a comenzar a mitad de este año -en el inicio de la temporada 2019/2020, en la cual prometen adjudicar dos millones de pesos mensuales para que cada club reciba entre $120.000 y $125.000.
“Vamos a acompañar de manera económica a los 16 clubes de Primera para que el profesionalismo y el desarrollo del Fútbol Femenino sea para siempre”, expresó Claudio “Chiqui” Tapia el pasado 16 de marzo.
Con el dinero, los sueldos de las jugadoras estarían en torno a los 13 mil y los 15 mil pesos, que son los salarios básicos de los futbolistas masculinos que firman su primer contrato en Primera C.
Magalí Molina, mediocampista central de Lanús, es crítica con el dinero que se les va a otorgar a las jugadores profesionales por mes. “El aporte de la AFA va a mejorar nuestro ingreso, para poder entrenarnos y dedicarnos más, pero dudo que podamos vivir con 13 mil pesos”, asegura.
En la actualidad Molina tiene dos trabajos y el sueldo por ser jugadora profesional le ayudaría a dejar uno sólo. “A la mañana trabajo cuatro horas en una administración de consorcio y a la tarde soy niñera, luego de eso me voy a entrenar”, explica.
Mientras que Martina Dezotti, jugadora de Boca Juniors, manifiesta que ese aporte de AFA ayuda a los clubes y que “todo suma”. “Arrancaremos con 120 mil y después estoy segura que todo va a ir mejorando”, asegura.
Entre lo que las futbolistas pedían, no sólo se reclamaba que se pague por jugar sino que haya mejores condiciones de trabajo: que las jugadoras de los distintos equipos tengan, por ejemplo, una obra social o prepaga; que se paguen los traslados; que se garantice la ropa para los partidos y para el entrenamiento; que la recuperación física por alguna lesión también corra por cuenta del club, entre otros. Es decir, una relación laboral “en blanco” como la de cualquier futbolista.
Entre otros aspectos que mencionó Chiqui Tapia en relación a la profesionalización del fútbol femenino se suma la creación de una Copa Argentina femenina, similar a la que disputan los equipos masculinos.
Esto les permitiría a los clubes del interior del país poder participar de un torneo femenino de AFA, algo que hoy por hoy no sucede. Vale recordar que aquellos equipos que están fuera de la provincia de Buenos Aires sólo pueden competir en sus ligas locales, como lo hacen Belgrano y Talleres dentro de la Liga Cordobesa de Fútbol.
En este sentido, Fernanda Grecco, jugadora de San Martín de San Juan y de la sub 20 del seleccionado nacional indica que “a esta profesionalización le falta más apoyo de los clubes; por ejemplo en mi club San Martín de suerte tenemos lugar para entrenar, hay veces que no podemos usar el espacio porque lo están utilizando para otra cosa”.
Apoyo económico y visibilización
El fútbol masculino tiene muchos espectadores, y es por esto que se lo televisa: hay prensa, sponsors, estadios, vestimenta. Hay un negocio que rodea al fútbol. Sin embargo no es así para las mujeres.
“Es como un círculo vicioso: al no visibilizarse, al no darle importancia, es muy difícil que se generen ingresos. Es simplemente darle el lugar que se merece y después los ingresos, sponsors, prensa, llegara solo”, explica Dezotti.
Un primer paso en este sentido fue el partido que las jugadoras de Boca Juniors disputaron por primera vez el sábado 9 de marzo en la Bombonera donde había mucho público se acercó a ver el juego
“El gesto (del club) fue muy bueno, hasta vi al público sorprendido por cómo jugaron las chicas”, dice Molina. Así también lo considera Grecco; sin embargo asegura: “En San Juan no nos ha pasado todavía. Estamos un poco lejos”.
Otro ejemplo fue el día en el que la selección femenina jugó el partido final por la clasificación al Mundial contra Panamá en la cancha de Arsenal de Sarandí, donde hubo más de 11 mil espectadores que observaron sin violencia, fue transmitido por televisión y las redes explotaron con el hashtag #eshoradealentarLAS. Ese día se clasificaron para Francia 2019.
Más crítica, Dezotti explica que el problema es llamarlo “gesto”. “Queda como que nos dieron ese lugar así nos ponemos contentas -sentencia la jugadora-. Es una lucha que viene hace mucho tiempo, no es que lo planteamos, se nos dio el gusto y ya está. Vamos a seguir luchando porque es un lugar que nos merecemos”.
Molina manifiesta que “si bien hay más espectadores, todavía hay mucha gente que está negada al fútbol femenino”. “Somos un país muy machista, y si bien cuesta mucho cambiar la cabeza de todos, de a poco se va a ir logrando, y va a ser una costumbre ver mujeres jugando fútbol”, explica.
Por su parte Grecco es optimista y afirma que “si bien es poca la visibilizacion del fútbol femenino por ahora, en uno o dos años más podemos estar casi a la altura del masculino”. “Si nos siguen apoyando”, agrega.