En los últimos años ha surgido un movimiento que en sus inicios parecía descabellado pero lentamente comienza a expandirse la idea de no vacunarse.
Las motivaciones de este nuevo movimiento son variadas y de muy distinta índole. La mayoría responde a creencias personales y no a cuestiones médicas o científicas. Otro argumento contrario a la vacunación sostiene que se trata de una más de los tantas estrategias comerciales de la industria farmacéutica.
A lo largo de los años hubo gente que apoyó este movimiento pero con un afán lucrativo, tal el caso de Andrew Wakelfield, quien en 1998 publicó en la revista The Lancet que la vacuna triple causaba autismo y debía ser reemplazada por una vacuna que él producía, el artículo luego fue sacado de la revista dado que no tenía fundamentos sólidos.
Silvina M, madre de tres hijos decidió sumarse a este movimiento y solo aceptaba las vacunas que eran de índole obligatorio.”Es hereditario, mis papás me mandaban a Florencio Escardó, una eminencia en la pediatría y a él no le gustaban las vacunas. Nunca en mi infancia me vacunaron salvo cuando viajaba al exterior y era obligatorio”, aclara Silvina.
“Él estaba en contra de las inyecciones porque era invasivo y traumático para los chicos. Creía que se generaban anticuerpos que después cuando se pasaba el efecto dejaba desprotegida la zona y era peor que si nunca te vacunaste”, cuenta Silvina indignada por los efectos de las vacunas.
El doctor Javier Mendilaharzu cree que las vacunas son necesarias ya que evitan que ciertas enfermedades se propaguen y utiliza el ejemplo de Venezuela. “En Venezuela al haber faltante de ciertas vacunas muchas enfermedades que se consideraban extintas en la zona han vuelto a aparecer”.
Muchas de las personas que forman parte de este movimiento también se oponen a la medicina moderna y no consumen ningún tipo de medicamento ya que creen que afecta a su organismo de manera negativa y que es todo responde al negocio de los medicamentos.