“Llegó un momento en que la sola idea de asistir a una fiesta en la que no conocía a mucha gente o ir a rendir un final oral me paralizaba, me dolía la cabeza y sentía nauseas. Empecé a inventar excusas para mis amigos y familia porque ellos no entendían lo que me pasaba”, relata Sol, una estudiante de 23 años que sufrió de fobia social por 4 años.
En la actualidad se utiliza a menudo el sufijo fobia para determinar cualquier aversión hacia algún objeto o persona. Sin embargo, una fobia no es lo mismo que un simple miedo o rechazo hacia algo sino que es un trastorno que complica toda la vida. Cuando uno deja de hacer algo únicamente para evitar un objeto o situación específica, hay una gran posibilidad de que se haya iniciado un proceso de fobia.
“No podía enfrentar el simple hecho de caminar por la calle o tomar un colectivo. Cuando me mostraba ante mucha gente se me aceleraba el corazón y me daban temblores y mareos”, recordó Ximena, de 38 años.
La fobia social o trastorno de ansiedad social (TAS) se exterioriza corporalmente con transpiración, taquicardia, vértigo, disritmias y/o sudoración excesiva. En la vida diaria puede manifestarse en contextos de desempeño social que impliquen una actuación ante los demás, como comer o beber, o en situaciones de realización social que requieran de la interacción con otros, por ejemplo ir a cafeterías, discotecas, fiestas, usar baños públicos, participar en actividades deportivas, hablar ante figuras de autoridad, etc.
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Antisociales vs. fóbicos
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El fóbico no se debe confundir con el antisocial. El antisocial rechaza vínculos o contactos sociales, y utiliza ciertos mecanismos de defensa como el aislamiento. Maira Campero, psicóloga clínica especialista en intervención en crisis, señaló que el fóbico social es en cambio “un sujeto que presenta un síntoma muy molesto que puede estar ligado a un trastorno o patología con síntomas corporales y de pensamiento.”
El individuo con fobia social siente ansiedad o un miedo desproporcionado en situaciones sociales en las que está expuesto al posible examen por parte de otras personas, tiene miedo de mostrarse ridículo o ser humillado ante los demás. Por eso evita exponerse a estas situaciones. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, las situaciones que provocan fobia se evitan o se soportan a costa de un intenso malestar.
Los antisociales son distintos, ya que ellos eligen no exponerse a situaciones sociales porque se sienten mejor en soledad. Sin embargo, esta elección “no les genera angustia”, argumentó Julieta Tallarico, psicóloga e integradora escolar del Instituto Un Lugar.
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El desencadenante
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Para Campero no se puede generalizar la etiología de absolutamente nada, el TAS se puede desarrollar en personalidades neuróticas o psicóticas. Si se trata de una neurosis, que no son patologías sino estructuras de personalidad, la causa tiene que ver con algo reprimido. “Algo se reprime y lo reprimido siempre fracasa en este intento de ocultar que es lo que nos afecta. En contraposición, la psicosis tiene que ver con una pérdida de contacto con la realidad y en ese sentido respondería a una cuestión de tipo delirante, por ejemplo no querer vincularse con otros porque hay una especie de perjuicio o persecución por parte de estos otros”, expuso la psicoanalista.
Tallarico puntualizó que la fobia social es multicausal, es decir, no existe un único hecho que pueda desencadenarla sino que responde a múltiples variables etiológicas, dependiendo de cada individuo. “Algunos factores que se asocian a esta fobia son: el aprendizaje social de formas incorrectas y/o excesivas de significar los eventos sociales, el miedo a la evaluación negativa, variables de personalidad como el síndrome de inhibición conductual, las actitudes y patrones de conducta de los padres hacia sus hijos, y hasta la influencia genética”, explicó la especialista.
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Tratamiento
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Por su parte, Tallarico cree que el abordaje cognitivo-conductual es el más eficaz para tratar este trastorno. En este tipo de terapia los especialistas utilizan técnicas como la exposición, la relajación, el entrenamiento en habilidades sociales y las técnicas de reestructuración cognitiva. Campero recomienda el psicoanálisis como tratamiento más adecuado a la fobia social.
Según el Centro de Investigaciones Médicas en Ansiedad, existe una variedad de fobias, la fobia social está vinculada a otros trastornos, fundamentalmente la depresión y el consumo excesivo de alcohol, ya que algunas personas utilizan el alcohol y otras drogas para reducir sus temores e inhibiciones en eventos sociales. Como tratamiento se proponen psicoterapias individuales y grupales para mejorar la relación con los otros. El 80 % de los pacientes que realizan terapia cognitiva o psicoterapia logra superar el problema. También hay casos que requieren medicación para atenuar los síntomas de ansiedad.
Por Paloma Gargiulo y Luz María Valle-Riestra
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Si querés saber más acerca de cómo pueden llegar a afectar los trastornos de ansiedad a una persona en su vida cotidiana te recomendamos que veas las siguiente películas:
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