En el 20° Congreso del Foro de Periodismo Argentina (FOPEA) distintos expertos debatieron cómo el “absolutismo ideológico” y la crisis de representación alimentan un entorno de hostilidad que amenaza a la prensa.
Diversas charlas sobre el periodismo y la investigación sobre el poder fueron parte del primer día del Congreso de FOPEA -y la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación (COLPIN)– que se realizó en la Universidad de Palermo en la Ciudad de Buenos Aires. Uno de los paneles fue “La hostilidad como estrategia: el periodismo frente al acoso y la desinformación”, donde participaron Pablo Semán, Javier Correa y Ana Iparraguirre. La moderación estuvo a cargo de Jorge Liotti, de la sección Política del diario La Nación.
Este simposio ubicó la discusión en un contexto de época muy particular. Los expositores coincidieron en que la hostilidad no es un concepto nuevo para la comunicación, pero sí ha crecido y se ha transformado, con el apoyo de las dinámicas de la era digital y la influencia de las redes sociales y plataformas. Cada expositor analizó el clima de la época, partiendo desde su área de trabajo, desde la Sociología hasta la Comunicación Política.
El absolutismo ideológico y la hostilidad
El sociólogo y antropólogo Pablo Semán describió la situación actual como una etapa de “absolutismo ideológico”. Argumentó que la democracia y el pluralismo habían desconectado históricamente la conexión entre ley, saber y poder, pero esto hoy se presenta “en la forma libertaria”. “No hay alternativa a eso, pero además cualquier alternativa a eso es inmoral y criminal”, explicó Semán al referirse a esta forma de pensar.
El especialista también dio a entender que han surgido teóricos de la superación de la democracia que ven instituciones como el periodismo, la academia y la universidad, un lugar de “ritualización y de palabra vacía”. Estos sectores reclaman el monopolio de las nuevas verdades sobre la sociedad.
¿Cómo se desarrolla este fenómeno en Argentina? El experto señaló que las élites han fracasado y, en cierta medida, son responsables del clima actual. Esto choca con una sociedad que vive una “autonomía negativa” de desconfianza hacia las instituciones, aislamiento y aceptación de ciertas políticas, aunque sin ser una sociedad “libertaria” en su totalidad.
“Las armas no letales no matan, pero amplifican el miedo, paralizan a la sociedad y obviamente en ese mismo contexto el periodismo es víctima de ese funcionamiento represivo de la sociedad, teorizado para otras sociedades, pero también presente en la sociedad argentina”.
Crisis de la representación
El periodismo se enfrenta no solo a la intimidación simbólica en redes sociales, sino a una doctrina represiva nueva. La segunda ponencia estuvo al mando de Ana Iparraguirre, consultora política y cofundadora de Dynamis Consulting. Ella se centró en los resultados de las elecciones legislativas del 26 de octubre, y en como la hostilidad es una consecuencia directa de la crisis de representación y la dinámica comunicacional.
La hostilidad hacia el periodismo, que en Argentina se refleja en una caída de 47 puestos en el ranking de Reporteros Sin Fronteras en dos años, se debe a que el periodismo intenta poner un “manto de orden y racionalidad” en un sistema que se “nutre del caos”. La crisis se originó cuando grandes sectores de la población quedaron sin representación política, lo que generó desconfianza no solo en los partidos, sino en los “expertos”. “Todos los que pretendan decirme cómo son las cosas, yo desconfío de ellos porque no me están hablando a mí”. En esa crisis de la representación, es relevante considerar el rol que tienen las fake news, ya que es fácil condenarlas desde afuera, pero la consultora propone preguntarse “¿por qué se consumen tanto?”.
Ante la falta de un representante, muchos deciden buscar algo por fuera de lo establecido, “un outsider” en muchos casos, sobre todo estando en la era de la controversia. En esta nueva era, las redes sociales son buenas al promover liderazgos que se caracterizan por ser auténticos, nítidos y audaces. El desafío para quienes defienden las instituciones es volverse más audaces en las reformas para no ser percibidos como defensores de un statu quo con el que la gente no está conforme.
El caos en las redes sociales
“Comprender el entorno me parece que es necesario porque nos va a ayudar a comprender las nuevas sociedades, pero también el nuevo comportamiento de periodistas, de políticos, de los medios de comunicación”, detalló Javier Correa, especialista en medios, comunicación de gobierno y marketing electoral.
Es un entorno que la sociedad alimenta, no solo asiste. La hostilidad no es solo una estrategia, sino el “agua” en el que vivimos, como si la sociedad fuera un conjunto de peces. Las plataformas digitales están pensadas para maximizar la atención y la participación, y así recompensar las posiciones extremas y radicales, lo que termina fomentando la fragmentación social.
Hoy en día, los ciudadanos viven en un mundo de aldeas, donde cada aldea “cree en su propio dios”, y las redes sociales alimentan esas creencias y la fragmentación. “Ya no importa la verdad, lo que importa es lo que sucede en tu propia aldea”.
“El mundo en estas aldeas es un mundo donde todos tenemos razón, es un mundo sin árbitros y eso es un problema”, comenta el comunicador. En un mundo sin árbitros, los estados pierden poder, crece “la fatiga democrática” y también hay un aumento de demandas por reformas estructurales. De acuerdo a un estudio de Pure Research, Argentina lidera esas reformas estructurales.
La política entra en la lógica digital y cambia su modus operandi, ya “no marida bien con mayorías, políticas públicas y la inclusión, la política pasa a ser una productora de emociones: ya no piensa en el futuro, se centra en el presente, en el ahora. Busca llamar la atención, y para eso, recurre a las herramientas que le ofrecen las plataformas digitales.” Los medios y la política se ven forzados a vender más entretenimiento que credibilidad. El periodista tiene que dejar de ser crítico, tiene que ser intenso “como nosotros” igual que la manada que apoya una idea. “Entonces, sin pretensión de verdad, el periodista ya no molesta la política, esa confrontación histórica, sino que ya molesta a los propios, a los intensos”.
El analista concluyó que la hostilidad se combate con más periodismo, específicamente con el “valor de la lentitud”: salir de la inmediatez de las plataformas para volver al análisis con datos y “pelear por esa verdad que une sociedades”.