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Mujeres rapadas: lo que dice detrás de la moda

Chicass rapadas
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El pelo es un elemento muy importante en la vida de las personas ¿Suena un poco superficial, no? Pero, entonces, ¿por qué se genera tanto revuelo cuando aparece una mujer rapada? ¿Qué hay detrás de esos mechones que son tan importantes en la identidad femenina?

Si lees las palabras “mujer rapada” y “castigo” juntas seguramente te venga a la cabeza la icónica escena de V for Vendetta con Natalie Portman vestida de naranja llorando desconsoladamente mientras los mechones de pelo caen alrededor de su cuerpo. La joven Evey (Natalie Portman) es secuestrada y encerrada en un calabozo en donde debe enfrentar múltiples humillaciones y torturas, entre ellas, que le quiten el cabello. Pero esto no es algo totalmente inventado. En la España franquista era común rasurar el pelo como castigo a las mujeres sospechadas de estar en contra del gobierno. El historiador español Arcángel Bedmar narra cómo a un grupo de detenidas las raparon y forzaron a tomar aceite de ricino, un poderoso laxante, para “arrojar el comunismo del cuerpo”. El mismo castigo se aplicó a las mujeres francesas acusadas de mantener relaciones con nazis una vez terminada la guerra.

Fuente: Blog del historiador Arcángel Bedmar

Aunque la cabeza rapada representó por mucho tiempo represión y castigo, llegó un momento de la historia en el que la cosa se dio vuelta. 

La idea de la belleza y la feminidad impuestos a las mujeres siempre tuvieron al pelo largo como uno de sus protagonistas, así es cómo en las publicidades y en la mayoría del contenido mediático pueden verse mujeres con cabelleras largas y sedosas. Sin embargo, desde hace unos años, movilizado por los movimientos punk y feministas, una mujer sin pelo ya no es una mujer dominada o castigada y pasa a ser un “símbolo de rebeldía frente al canon instituido de lo que debían hacer y cómo debían tener su cabello”, explica la socióloga.

Podríamos hacer una lista bastante extensa que incluya a las cantantes, actrices y artistas que adoptaron este cambio de look tan radical oponiéndose totalmente a lo esperado.

El icónico caso Britney tiene dos lados según la socióloga Ana Clara Benavente: puede ser vista como la loca que no entiende nada y se rapa o como “la loquita que hace lo que quiere con su su pelo y toma su cabeza como símbolo de ser agente de las propias decisiones”. 

“Quería raparse el cabello porque estaba cansada de que todo el mundo se lo tocara”, contó la peluquera a la que acudió Britney Spears ese día de 2007 que marcó la cultura popular. Se negó a hacerlo, pero la cantante agarró la maquinita y lo hizo ella misma frente a una multitud de paparazzis que la perseguían.

Britney Spears rapándose la cabeza. Fuente: Buzzfeed.

Años más tarde en un documental, la estrella del pop compartió los motivos reales detrás de sus acciones. “Creo que cuando lo hice fue para purgarme de todas las cosas malas que estaban pasando”, dijo y agregó: “la verdad es que no creo sea el asunto de nadie”. 

Después de raparse la cabeza, a la actriz, activista y escritora, Rose McGowan, la empezaron a  bombardear preguntándole si había cortado con su pareja. “O tienes melena o los hombres de Hollywood no te darán papeles porque no van a querer tener sexo contigo. Consérvala”, le decía su agente; y ella estaba harta de sentirse un objeto sexual, entonces se quitó todo el pelo.

Rose McGowan habla sobre por qué decidió raparse . Fuente: Jeremy Vine on 5

Pero las cabezas rapadas no se ven únicamente en tapas de revistas, en películas o, incluso, en libros de historia. Las cabezas rapadas no son sólo historias de represión, de crisis nerviosas o de superación de eventos traumáticos. Detrás de cada mujer que elige llevar su cabeza al desnudo hay un relato y a continuación podes leer algunos.

Lo que ellas dicen

Victoria Serra. También conocida como Viky Cactus o Viky Pelada, justifica de dos formas su decisión de raparse. “La respuesta rápida es que me encanta experimentar con mi pelo”. ¿Y la larga? Nunca se sintió cómoda con la imposición de “cómo se tiene que ver una mujer”. Después de mucho tiempo intentando encajar, se dio cuenta de que su pelo largo era solo una forma de evitar miradas raras y que realmente quería tener el pelo corto. “Y efectivamente, lo hice. Fui a la casa de mi mejor amiga y ella me rapó”, cuenta y describe una tarde llena de risas y de emoción por estar haciendo una locura. “Me sentía Britney Spears, era muy divertido”. 

Viky retocándose el rapado en su baño.

¿Cómo te sentiste?

Me acuerdo que lo primero que le dije a mi mejor amiga cuando me vi pelada fue “me siento dueña de mi propio cuerpo”. Fui libre. Y lo más fuerte fue darme cuenta que mi cuerpo es realmente mío y que puedo hacer lo que se me cante. Que no tengo por qué cumplir ningún mandato y que había gente que le iba a gustar y gente que no y que soy lo suficientemente grande como para saber lidiar con eso. Todo el mundo debería estar pelada o pelado en algún momento de su vida, te cambia muchísimo la cabeza más de lo que ya crees que la tenés cambiada. Hay que para sentir la brisa en la pelada y las caricias, las miradas y los comentarios. Absorberlo y transformarlo en personalidad, en arte.

Verónica Conti. “Un día estaba de mal humor y tenía ganas de hacer algo que me haga bien a mí” dice Vero. Fue a la peluquería y llamó a una amiga para preguntarle si hacerlo y, obvio, la amiga le contestó: “hacelo”. Cuando el peluquero empezó a tijeretear, la invadió una sensación de liviandad y pensó: “bueno, ya estoy acá”. Y así es cómo terminó con la cabeza rapada. Me pasó un segundo que dije “qué hice” y se empezaron a abrir la puerta de todas las inseguridades que tuve por tanto tiempo, que vienen de un montón de inseguridades que me metió la sociedad en la cabeza. Pero después me tomé un minuto para mirarme al espejo y pensar cómo me sentía yo conmigo, sin comentarios de terceros o el qué dirán. Y la verdad es que me encantó.

Malena Warnes vive en Buenos Aires y se enfrenta al calor y a la humedad insoportables. Ya cansada de que su pelo la torturara cada verano, llamó enojada a una amiga peluquera y le preguntó si la rapaba. “Ella me dice sí, ni siquiera un ‘che ¿lo pensaste?’”, cuenta.

Pero no es tan fácil ir del dicho al hecho. “Socialmente afecta (el pelo) a un punto tal que las mujeres se han sentido no deseables, no atractivas si no encajaban en este modelo de publicidad. La decisión de raparse el pelo es radical porque es la falta de pelo, ni siquiera es un pelo diferente. Directamente es una actitud muy desafiante decir me saco este símbolo del lugar que la mujer tiene para atraer al hombre”, explica la socióloga y Malena vivió esto en carne propia.

Ella lo iba posponiendo, en un momento la atacó el pensamiento de “¿quien me va a dar bola si me rapo?” y, una vez descartado, vino otro un poco más grave: siendo modelo ¿la iban a seguir contratando si lo hacía? Después de charlar con sus empleadores y que le dieran la luz verde, se decidió a hacerlo. “Estaba segura que me iba a quedar bien, y si no me quedaba bien iba a tener la seguridad para llevarlo bien” sentencia.

Male recién rapada disfrutando el sol.

¿Qué mensaje te gustaría darle a otras mujeres?

Yo le digo a todas: rápense. Porque yo sé que por comodidad no se van a arrepentir. Veo a una amiga que se le vuelan todos los pelos y le digo “dale amiga rapate”. Pero me dicen que les va a quedar horrible. Pero te tiene que gustar primero a vos, y después de eso pasan dos cosas: le gusta a todo el mundo porque cuando te mostrás segura en algo les gusta a todos y, segundo, si te gusta a vos no te importan los demás.

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