Punto Convergente

Historias ocultas detrás del cemento

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En medio de la vorágine de una ciudad de tres millones de habitantes, los porteños se pierden decenas de datos, recuerdos y mitos del lugar donde viven y trabajan. Buenos Aires tiene un gran patrimonio arquitectónico para disfrutar, y si se afina la mirada y se despierta un poco la curiosidad, se pueden conocer las historias escondidas detrás de las paredes. 

1. La escuela Presidente Roca
Dirección: Libertad 581

A simple vista, la construcción que se encuentra frente al Palacio de Tribunales se asemeja a un templo de la Antigua Grecia. A la escuela Presidente Roca sólo la delatan los chicos y chicas que entran y salen de sus puertas, cargando mochilas y carpetas. Encargado por el Consejo Nacional de Educación en 1899, e inspirado en Domingo Faustino Sarmiento, para quien las instituciones educativas debían ser construidas “de manera que sean un espectáculo”, el edificio presenta una amplia escalinata y cuatro columnas jónicas. Rodolfo De Liechteinstein, arquitecto apasionado por la historia y organizador de los tours “ArquiViajes Buenos Aires”, agrega un detalle: “Además de la fachada al estilo clásico, se aprecia un conjunto de estatuas, entre las que se encuentran cuatro cariátides, figuras femeninas de la Antigua Grecia que representaban la sabiduría”.

2. El edificio con un chalet en el techo
Dirección: Sarmiento 1113

En la cima de un edificio de estilo francés, un chalet normando asoma entre carteles luminosos y antenas puntiagudas del cielo de la Avenida 9 de Julio. Allí donde funcionaba la tienda Muebles Díaz, su dueño, Rafael Díaz, decidió construir su vivienda en el techo de su lugar de trabajo. El chalet funcionó como un elemento de gran atracción para la mueblería de Díaz durante los años en los que estuvo activa, y además fue el hogar de una estación de radio homónima. “Cuando el dueño de la mueblería construyó su local alrededor de 1928, decidió no coronarlo escalonadamente, como algunos edificios de Buenos Aires, sino poner su chalecito al estilo de los que se veían en Mar del Plata, -dice el arquitecto- ¿Por qué pudo? Hay que pensar que el código de edificación de Buenos Aires es de 1944, así que este señor, como muchos otros, logró hacer lo que quería”. Hoy, en el chalet normando no vive nadie: sólo funcionan oficinas.

3. El edificio Siemens y sus colosos
Dirección: Julio A. Roca 516

Si desde Plaza de Mayo se alza la mirada hacia Diagonal Sur, además las cúpulas engalanadas del microcentro porteño, se pueden distinguir dos figuras humanas de bronce de más de tres metros. Los colosos fueron durante años quienes hacían funcionar la campana del reloj del techo de las oficinas de la empresa alemana Siemens, hoy trasladada a Vicente López. Los gigantes sufrieron varias mudanzas a lo largo del siglo XX: pasaron del primer edificio de la empresa, ubicado en Avenida de Mayo, al que los tiene hoy como huéspedes. Luego, durante la Segunda Guerra Mundial, fueron expropiados por ser bienes alemanes, y trasladados al diario Democracia, en la calle Bouchard. El golpe militar de 1955 provocó que cayeran en el abandono, hasta que en 1988 Siemens se hizo cargo de su restauración, y volvieron a su emplazamiento original. Finalmente, en 2004 se decidió que los guardianes del reloj no trabajarían más. Lo que muy pocos saben, como indica el arquitecto, es que “los dos colosos tienen un trillizo perdido en un edificio de la Plaza de los Dos Congresos, en Rivadavia al 1700”.

4. La casa mínima
Dirección: Pasaje San Lorenzo 380

En el pasaje San Lorenzo, del barrio de San Telmo, se encuentra la casa más angosta de toda la ciudad. De Liechteinstein cuenta la leyenda de esta vivienda de 2,50 metros de ancho: “Después de la Asamblea Constituyente de 1813, en la que se dictó la libertad de vientres, por la que todos los hijos e hijas de esclavos serían libres, se dice que un patrón le regaló esta casita a uno de sus esclavos que pasó a estar en libertad”. El mito, propagado por guías de turismo de toda la ciudad, señala que ese patrón fue Justo José de Urquiza, primer presidente constitucional de la Confederación Argentina. Sin embargo, existen varios detractores de esta historia no oficial, entre ellos, el creador del Museo de la Ciudad, José María Peña, quien asegura que, en realidad, la “casa mínima” fue una propiedad más grande que tuvo divisiones sucesivas hasta llegar a ser lo que es hoy. Aún así, la vivienda preserva su encanto: “Es la casa con el frente más angosto de toda Latinoamérica”, explica De Liechteinstein.

Link para insertar el mapa:
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