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Copenhague: un recorrido por una ciudad sofisticada nacida de la tradición vikinga

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Glamour. Dicen que junio es la mejor época para visitar los países nórdicos. Y no se equivocan: el sol que brilla a medianoche, es el pilar de un escenario casi onírico y hasta un poco desorientador. Es por este fenómeno, exclusivo de la época estival, que Copenhague se viste de fiesta, dispuesta a no perderse ni un minuto de los frutos que solo saben dar los meses de verano en dichas latitudes.

Recorrer la ciudad y descubrir las leyendas y misterios del pasado, a bordo de un barco vikingo o en los numerosos castillos y casas señoriales de cuento, puede ser un buen comienzo para entender algo de esta cultura. Los palacios suelen estar abiertos al público y por 20 euros se puede conocer un poco de la historia real del país.

En el centro histórico de la ciudad, se encuentra Frederiksstaden, un barrio con glamour del siglo XVIII, que alberga el palacio de Amalienborg de la familia real. Cerca están el palacio de Christiansborg y el castillo de Rosenborg, de la época renacentista, rodeado de jardines y guardián de los tesoros de la corona.

La monarquía danesa se jacta de ser una de las más antiguas del mundo: la reina actual Margrethe II desciende del primer rey de Dinamarca, Harald Bluetooth, quien gobernó hace unos mil años atrás.

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Jelling, Tívoli y Trekroner

Piedra fundacional. Antes de la existencia de la actual y sofisticada ciudad danesa, los guerreros más crueles del planeta habitaron estas tierras. Prueba de ello es Jelling, uno de los puntos históricos destacado de Dinamarca. Allí se encuentran las sorprendentes piedras rúnicas vikingas, conocidas como la partida de nacimiento del país nórdico, hoy patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Cuentan la historia del surgimiento de este territorio como nación, así como la introducción del cristianismo en el país por parte del rey Harald Bluetooth l, primer monarca danés. Además, a 135 kilómetros de allí se pueden visitar los cimientos de lo que fue un verdadero castillo vikingo. Imperdible.

Los jardines Tívoli

Si el viaje fuera en familia, Copenhague también ofrece historia y aventura para los más chiquitos: hay diversas actividades, con exposiciones interactivas y museos al aire libre. Muy recomendado, es el paseo a los Jardines de Tívoli, inaugurados en el año 1843. Tívoli está en el sur de la ciudad y recibe cerca de 4 millones de visitantes al año, lo que lo convierte en la principal atracción del país.

Otra opción es la fortaleza Trekroner, ubicada a la entrada del puerto, en una pequeña isla. Con 300 años de antigüedad, supo defender la población de posibles ataques con sus 24 cañones. Se trata de una de las excursiones más recomendables para hacer en familia ya que combina la historia con el misterio que guardan todas las fortalezas. El acceso es por barco.

Hop on-Hop-off. Un recorrido en el clásico bus turístico rojo, con paradas libres en los sitios de interés, permite conocer mucho en poco tiempo y por 30 euros. Algunos suman a este programa citadino un paseo por los canales daneses , para desembarcar en Nyhavn una de las calles más fotogénicas de la ciudad, con su mezcla de construcciones del siglo XVII y XVIII, pintadas de diferentes colores y su paseo marítimo repleto de tiendas y restaurantes, Suele ser el punto de llegada y partida para cruceros turísticos, muy cerca del Castillo de Amalienborg, la Ópera de Copenhague y la famosa estatua de la Sirenita, escultura que merece un capítulo aparte.


Legendaria sirenita

La estatua, instalada en Langelinie, fue encargada en 1909 por un empresario cervecero, hijo del fundador de Carlsberg y luego donada a la ciudad. Con esta escultura de bronce quiso homenajear a la bailarina danesa Ellen Price, estrella del Ballet Real Danés, quien se había hecho famosa en la obra inspirada en el cuento La sirenita, del escritor Hans Christian Andersen. Como modelo, el escultor utilizó a su propia esposa –la bailarina se negó a posar desnuda- aunque la cabeza y rostro corresponden a los de la artista en cuestión.

Según cuentan los cuidadores del lugar, la Sirenita fue dañada varias veces. Decapitada en dos ocasiones, la pobre perdió su cabeza, por primera vez, en el año 1964. Fue cortada y robada y no pudieron recuperarla nunca más. Así fue como se encargó al municipio una nueva cabeza, fundida con los moldes originales, que duró hasta la siguiente decapitación en 1998. También le arrojaron pintura en diferentes situaciones y sufrió el ataque de un explosivo que terminó arrojando a la sirena al mar. Hoy se la puede visitar y fotografiar, si los miles de turistas a su alrededor lo permiten, ya que es una de las atracciones danesas, más visitadas del país.

Una recomendación obligada es recorrer Stroget, la calle peatonal más larga de Europa, que vibra día y noche con una intensidad poco usual para los países escandinavos. Tiendas de souvernirs conviven con las grandes marcas, joyerías de diseño y restaurantes con propuestas para todos los gustos. La cadena danesa Royal Copenhagen, famosa por su porcelana, está allí al igual que Magasin du Nord, los almacenes generales más conocidos de la ciudad.

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Civilización y barbarie, una ciudad elegante, ordenada y moderna que se jacta de corrupción cero, cuyo salario promedio ronda los 2.500 euros y sus habitantes aseguran ser los más felices del planeta, es la contracara de las miles de historias y leyendas de un pasado histórico de vandalismo y crueldad de sus antepasados vikingos, que fueron superados por el presente de esta coqueta y civilizada ciudad que se posicionó como una de las ciudades del Báltico con mejor calidad de vida del mundo.

*Mitchell es docente de la UCA y está a cargo del Laboratorio de Comunicación y Medios de la Facultad de Ciencias Sociales.

**La nota fue publicada en Infobae

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