Punto Convergente

Fútbol y barras en Racing, el deporte muestra otra vez su peor cara

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Deportivamente, agosto para Racing fue un mes más que positivo. Clasificado a los 16avos de la Copa Argentina, 8vos de la Copa Sudamericana y expectante por el inicio de la Superliga, el conjunto dirigido por Diego Cocca se mantiene en carrera en todas las competiciones.

Sin embargo, la disputa por el poder de la Guardia Imperial recrudece día a día, y parece, que recién es el comienzo. El 8 de agosto se tuvo que suspender el encuentro de C, lapa Argentina entre Racing y Mitre por un tiroteo en el club Alvear entre los hijos de “Rulo” (un histórico de la tribuna) y los actuales líderes de LGI (“Huevo” Barrios) que dejó el saldo de un herido.

El domingo 13, el día de las PASO, los hijos de “Rulo” velaron a su padre en el estadio y dieron la vuelta olímpica con el féretro. Un hecho tan sorprendente como alarmante que demuestra el poder y la incidencia de los violentos en el club.

El viernes 19, en la previa del partido que se había postergado 10 días atrás, la policía detuvo a 51 barras que esperaban al grupo de Barrios para emboscarlos.

El control de la barra no pasa por el amor a los colores sino por el amor al dinero. Gustavo Grabia especialista en barras sostiene: “La barra de Racing tiene negocios gigantescos. Absolutamente gigantes. El negocio más grande es el de la venta de la ropa oficial de la barra en el club”. Asimismo, hace énfasis en que “estas prendas las hacen los barras en los talleres clandestinos que alimentan a la salada.” Grabia remarca que este es el negocio más grande que maneja la barra. “No les importa cuánto venda el club. Este es el mecanismo: La fabrican ellos y el club se la compra. Es como un seguro de pago. Le compran mil prendas a la barra”.

En tanto, Tito Pugliese, vocal de Racing, reflexiona sobre la situación en la institución y remarca que no es un escenario que únicamente ocurre en La Academia: “Ningún dirigente está ajeno a que los barras existen y están enquistados en los clubes y en la política. Mientras el estado no se involucre en una lucha de fondo ante este flagelo, los dirigentes aunque quieran poco pueden hacer. Se necesita políticas de Estado para erradicarlas”.

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