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Atender a pacientes por Covid-19: entre los aplausos y la desprotección

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Sandro Ortega, Claudio Ibero y Norman López son tres profesionales que están atendiendo a pacientes con Covid-19 y contaron sus historia a Punto Convergente

Con el correr de los días de cuarentena, se pone de relieve el rol de los profesionales de la salud en la contención de la pandemia. Y también las carencias. Sandro Ortega es enfermero en el sanatorio de la Trinidad; Claudio Ibero es enfermero del hospital Durand, profesor universitario y especialista en paciente crítico adulto y respiración mecánica y Norman López es jefe de Diagnóstico para la república argentina y neurocirujano.

Un enfermero en el Trinidad

Sandro Ortega llega a su trabajo como enfermero de emergencias después de tres horas de viaje y un promedio de cinco controles policiales. En tiempos normales, hubiera tardado hora y media en llegar al sanatorio y estaría trabajando un promedio de 14 horas, entre la guardia y el transporte. Hoy, le ocupan casi 19 horas de su día. Una vez que pasa el umbral de puertas corredizas de la entrada, se dirige a ropería -donde recibe el ambo que usará durante su guardia- y luego se dirige a los lockers, para cambiarse. “Por suerte hemos logrado dejar que el ambo. Al otro día nos dan otro nuevo así no circulamos con la ropa del trabajo ni lo dejamos en el casillero, para que no se contamine”, cuenta.

Tras vestirse, se pone un barbijo y se dirige a su área. Administra medicamentos, chequea temperaturas, atiende a las alarmas de los instrumentos profesionales, y cuida a los pacientes. Desde que comenzó la cuarentena, en el sanatorio todos esperan el día en que los casos se empiecen a incrementar. ‘Que se mueva el termómetro’, se escucha decir.  “Imaginate que dijeron: ‘en el quinto van a preparar para pacientes de coronavirus’. Todavía no llegaron. ¿Pero sabés cómo están todos los profesionales en el quinto?” -pregunta Sandro.

Sandro ha atendido a pacientes por Covid-19. Para no generar un gran alboroto, muchos médicos optan por mantener esa información clasificada. “Pero vos te das cuenta”, sigue Sandro. “De las cinco variables que debería tener un paciente, si dos de las cinco variables generan un caso sospechoso -tiene temperatura, tos…- se arma todo un bolonqui. No todo el mundo está preparado psicológicamente para atender a un paciente con coronavirus”.

Sandro Ortega desde su trabajo en el Trinidad, pidiendo #quedateencasa

Mientras camina por el pasillo, otro enfermero le pide ayuda. Sandro tiene 50 años, desde hace treinta que atiende profesionalmente, y ya ha atravesado otras epidemias, como la de la gripe A. “Algunos por ahí dudan, o te llaman para porque no quieren sentirse solos”, comenta. “Esto tiene que ver -yo creo-, con la edad cronológica de uno, y por la experiencia. Hace muchos años que tengo labores de emergencias. Ahora le agrega un poquito más de cruz porque esto es más susceptible y más nuevo todos los días”. El otro enfermero está con un nuevo paciente a quien le acaban de poner un barbijo. También le dieron un barbijo a la mujer con la que vino. Por si acaso. Cuando llega un caso sospechoso “se hace todo un circuito en el espacio de uso común y nadie circula por ese lado. Se suspende todo para que pase el paciente al sector de casos sospechosos. Se lo deja en la habitación, se cierra la habitación y se le cambia el barbijo”. No es que solamente se lo lleva a un box -que es un área exclusivamente para pacientes de casos sospechosos de coronavirus. Sino que hay que cumplir todo el protocolo -uno que se está actualizando todos los días. Por ejemplo, si hay que usar el ascensor, tienen que frenarlo, tienen que descontaminarlo, tienen que bloquear todos los movimientos, y hacer lo mismo después de que pase el paciente.

Sandro, ya habiendo dejado al paciente en la habitación, se prepara para atenderlo. Se pone todos los elementos de seguridad: la bata, la escafandra, el camisolín, los guantes. “En una pandemia no hay una emergencia. Si nosotros no respetamos las medidas de bioseguridad por actuar rápido, después ¿quién va a atender al paciente?” Usualmente tarda entre 5 a 10 minutos en vestirse, tiene que hacerlo con cuidado. Una vez vestido, Sandro se prepara para hisoparlo. Primero, un hisopo para influenza N1H1. Si ese da positivo, quiere decir que el cuadro clínico es el de una gripe. Si da negativo, entonces se tiene un caso sospechoso de coronavirus.

“Acá lo que uno ve es la esencia de todos los profesionales de la salud… todo el mundo aplaude a los profesionales de la salud, pero quienes tienen un profesional en su mismo edificio, le dicen: ‘retírese, váyase que nos va a contagiar’”, reflexiona. “Quiero que digan algún día realmente cuál es el valor que tiene la enfermería”.  “La primera persona que te va a atender cuando vos te caigas enfermo va a ser un enfermero y el último que te va a ver va a ser un enfermero”.

Claudio Ibero y el reclamo profesional

Claudio Ibero es enfermero del hospital Durand. También es profesor universitario en la diplomatura para periodismo en salud y es especialista en paciente crítico adulto y respiración mecánica, entre otras cosas. Desde que comenzó la pandemia, ha recibido numerosos pedidos para dictar cursos sobre sus especialidades, y está capacitando y generando videos cortos en la red para colaborar en el entrenamiento de los profesionales de la salud. En el hospital Durand ha atendido a pacientes ventilados y ha tenido que realizar entubaciones.

A la hora de asistirlos, considera que hay dos cosas importantes a destacar: “El paciente -por un lado- y el profesional que lo asiste de manera directa, junto a todos los que colaboran en el manejo integral del sanatorio u hospital -por el otro-”. Todos son importantes, “desde la persona de limpieza, que tiene que mantener el espacio limpio, los camilleros, que trasladan; los enfermeros o asistentes, que están con el paciente en cuanto a cuidados y administración de medicaciones, aspiración, control, monitoreo…hasta la función del médico”. Para él, hay que valorarlo en su conjunto y, como Sandro y Norman, considera que los profesionales no tienen los elementos suficientes. “Se requieren de muchos insumos y también de un entrenamiento que se está dando poco a poco”, remarca.

En el tema del coronavirus, Claudio considera que “nadie lo toma de manera superficial”. Al brindar los cursos de capacitación, busca transmitir todo para hacerle frente al virus. “Nos están faltando equipo, lugares específicos, ventiladores, lugares para adecuar la colocación de los equipos, entrenamiento con esos equipos…”, detalla. “Todos sabemos que hay riesgos y que hay que minimizarlos. Uno hace hincapié en ciertos protocolos para la reducción de esos riesgos”, explica. “Hay muchas personas que se angustian”. En este sentido, destaca la proactividad de hospitales como el de Posadas, en donde “habilitaron un área para el apoyo de los profesionales ante un estrés de esta naturaleza”.

El lic. Claudio Ibero, junto a sus compañeras de trabajo.

A pesar de todo el esfuerzo que están realizando, un sentimiento general lo abruma. A nivel social nos enorgullecen los reconocimientos, los aplausos… sentimos ese reconocimiento, pero los reconocimientos sociales a veces son efímeros”, afirma. “Necesitamos, como todos, tener una mejor calidad de vida y esta te la otorga tener un salario que te dignifique como persona, que te de acceso a una vida más saludable, que no tengas que tener dos y tres empleos para sostener una canasta básica…”. Y sale en respaldo de que los enfermeros entren en la carrera profesional de la Capital Federal.  Para los enfermeros, no estar incluidos en la carrera profesional significa una reducción importante en su salario y una reducción en la posibilidad de estudiar, entre otras cosas. En relación directa con la pandemia, esto también significa que muchos profesionales se ven obligados a tener más de un empleo -lo que incrementa exponencialmente las chances de propagación de la enfermedad- porque no llegan a fin de mes y no hay nada que los contenga.

Norman y su equipo

Norman López maneja a diferentes médicos y profesionales de la salud que atienden a pacientes por coronavirus. En el inicio de la pandemia, los dirigió desde su casa. En tiempos normales, lo habría hecho desde el hospital de San Isidro, donde trabaja como médico neurocirujano. Hace 25 años que es miembro de Médicos sin fronteras: “Me ha tocado estar en Afganistán… y en un montón de lugares que te aseguro que no eran nada agradables…”, recuerda. La pandemia es un desafío nuevo, pero es igual a todo el resto de ellos: parte de su vocación. “Obviamente, estas absolutamente expuesto. Y hay escasez de los insumos necesarios”, comenta. “Pero hay que diferenciar muchos las cosas. El médico está liberado de la presión. El médico y la enfermera tienen un sentido vocacional extremadamente fuerte, y el tema de la exposición pasa a un segundo plano. Si me tiene que tocar, me tiene que tocar”.

Debido a la cuarentena, y siendo paciente de riesgo, él no está presente a la hora de atender, pero está a cargo de los equipos que los atienden. “Yo tengo una frase que uso con mi equipo, yo les digo: chicos nosotros no tratamos pacientes, nosotros tratamos enfermedades”. Norman López se comunica a diario con ellos, y con diversas figuras del ministerio de Salud, entre ellas el ministro Ginés García.

En su actividad profesional, mantiene contacto directo con el ministerio, y participa de diversas reuniones sobre la pandemia y la salud. Considera que el gobierno ha tomado las medidas de precaución y prevención necesarias: “Creo que por eso tenemos el poco nivel de expansión y este no fue brutal. En eso entra la parte médica, pero depende de un montón de factores y creo que las medidas son muy acertadas”. De lo que él y diversos otros profesionales aportan, “Después de ahí, todo es una decisión presidencial.” “Nosotros aportamos nuestro granito y después el presidente tiene que analizar factores políticos, sociales, económicos, que exceden lo nuestro”, destaca.

Norman López posando frente a una estación saludable cercana a su hospital.

Los profesionales que él dirige, no están atendiendo lo suficientemente protegidos, y esto -sin descontar la inamovible vocación que los lleva a continuar tratando a los pacientes- le preocupa.

El procedimiento ideal de seguridad sería que, tras ver al paciente, uno debería sacarse el traje, tirarlo en la canasta de residuos patológicos y luego incendiarlo en el horno de desecho para contaminantes biológicos. “Pero la realidad es que no hay suficientes trajes”, analiza. “Los médicos que atienden están trabajando con trajes, pero no bajo protocolo. Con ese mismo traje tal vez están todo el día, lo que los vuelve portadores del virus”, destaca. “Si vos no cambias el traje y vas de habitación en habitación, vos sos un ente transportador del virus”.

El considera que en la pandemia hay dos frentes. El económico, “en que Argentina está en una situación de debilidad para afrontarlo”, y el médico. “Yo te puedo asegurar que el médico argentino, recibido en la UBA, es muy bien visto en todo el mundo. Y en EEUU, la necesidad de enfermeras es importante, y una enfermera de argentina, recibida, matriculada, va a EEUU y apenas baja el último escalón ya tienen trabajo. No falta profesionalismo”, destaca.

Y sobre su equipo, destaca: “Tienen una polenta enorme. Soy yo quien les tiene que decir: ‘por favor, andate a casa’. Imagínate el sentimiento de ellos… lo que están exponiendo. Están comprometidos al tema. Y te puedo asegurar que pasa en todos los hospitales y sanatorios”.

todas las fotos: cortesía de los entrevistados.

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