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Arte callejero en cuarentena: cómo atraviesan la situación los artistas

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Plazas, estaciones de transporte público, esquinas, y más son algunos de los lugares donde solemos encontrar a los artistas callejeros en nuestro país. Cómo sobreviven en plena cuarentena obligatoria.

Tras la cuarentena social, preventiva y obligatoria impuesta por el Gobierno Nacional hace más de 100 días, cientos de artistas callejeros se quedaron sin poder trabajar en Buenos Aires.

Algunos se encuentran en una posición en la que pueden sobrevivir durante el aislamiento, gracias a la posibilidad de seguir trabajando de manera online y a que perciben el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE).

¿Qué pasa con los que no? Muchos artistas callejeros se las rebusca día a día para poder sortear la cuarentena de la mejor manera posible, dando  performances a la gorra a través de internet, clases, online, entre otros.

Fernando, el payasoChacovachi de las plazas

Jorge, de gerente en una multinacional a mago

FOLK HOP: la mezcla perfecta entre lo tradicional y lo under

Ezequiel para los amigos, Tenaza para el público

Chacovachi, el payaso de las plazas

Fernando Cavarozzi, mejor conocido como Chacovachi, nació en Buenos Aires en 1962, pero no fue hasta el año ’83 que reconoció que ser payaso sería, hasta el día de hoy, la pasión de su vida. Luego de un par de años en una banda de rock, servicio militar, y la guerra de Malvinas en el ’82 a la que fue como soldado, Chacovachi decidió comenzar a estudiar en la Escuela Argentina de Mimo, dirigida por Ángel Elizondo.

Fue en ese mismo año, 1983, donde actuó por primera vez en una plaza. Todo ese mundo de las clases y del arte callejero lo hizo abrir su cabeza a una nueva realidad. “Vengo de una familia de laburantes, donde hay que salir a ganarse el mango -dice- si hubiese elegido el oficio de payaso como un hobbie, y seguramente lo habría dejado en algún momento, porque no me alcanzaba para vivir”.

Pero, aquella primera vez en Parque Lezama, cambió para siempre su perspectiva. Conoció a un público diferente, variado; un público cercano al que podía mirar a los ojos. Se adentró al mundo del arte y la libertad. “Actuar en una plaza, hacer espectáculos populares para todo tipo de gente te abre a un mundo increíble. Te da libertades que ningún otro arte te da”. Siendo artista callejero, comenzó a vivir en carne propia la libertad física, “porque el mundo está lleno de plazas”, la económica, “porque uno gana el dinero en relación a su propia capacidad y esfuerzo”, y la psíquica, “porque no existe la competencia, alcanza con ser la mejor versión de cada uno”.

Si bien actuó previamente en teatros y tugurios, fue esta libertad que encontró en el espacio público la que lo hizo darse cuenta de que el arte callejero sería, para siempre, su vocación. Para Cavarozzi, actuar en la calle, en anfiteatros, en plazas, no tiene contras, sino puros beneficios: “uno no tiene que esperar a que alguien lo contrate, ni a que aparezcan productores”, comenta el payaso.

Luego de haber construido su carrera durante 40 años, actuado alrededor del mundo, y hasta creado su propio circo, el “Circo Vachi”, sus performances (sumadas a las clases, giras y actuaciones en salas) se convirtieron en su única fuente de ingresos.

Por ende, la cuarentena afectó su situación económica al 100%. Chacovachi piensa que en unos meses el aislamiento terminará y podrá volver otra vez a salir al ruedo; sin embargo, buscó alternativas para poder sortear este momento de la mejor manera, como dictar clases online y brindar funciones a la gorra por internet. Igualmente, desde su experiencia, las mismas no son muy redituables. 

Chacovachi recibió el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que el Gobierno decidió otorgarle a los monotributistas, pero no hay día en el que no piense en la vuelta a las calles para remontar su economía diaria y, a su vez, volver a sentir esa libertad que tanto extraña. 

Jorge Faro, de gerente en una multinacional a mago

A sus 36 años de edad, y tras varios años de trabajo en una empresa multinacional, Jorge Faro decidió renunciar a su puesto de gerente para dedicarse de lleno a un nuevo universo: la magia. Comenzó, como muchos, haciendo shows de ilusionismo infantiles, y de a poco fue abriendo su paso a lo demás. “Descubrí mi pasión de adulto -comenta-, jamás imaginé que iba a dedicarme a nada artístico”. 

Hoy en día, combina sus trucos con el humor y el stand-up en fiestas, eventos, empresas, y escenarios abiertos en espacios públicos, sin nunca reducir la calidad final del espectáculo. Con más de 25 años de experiencia, Jorge Faro es capaz de sostener su situación económica dedicándose tiempo completo a a magia.

“Es mi única fuente de ingresos”, explica. Además de sus shows, es dueño de su propia Escuela de Magia, en donde le enseña a sus alumnos diferentes niveles de trucos de magia, ilusionismo y globología, así como también todos los detalles escénicos, artísticos y organizativos que un mago necesita para armar su show. 

La cuarentena, iniciada el 20 de marzo y extendida hasta el 28 de junio en toda la región del AMBA,  “casi destrozó” su situación económica. Como alternativa, comenzó a dictar sus clases de manera online, así como también shows por internet. “Lo suficiente para sobrevivir”, dice. 

Jorge extraña la calle, extraña actuar, no solo por su aspecto económico, sino también por el contacto con la gente. “Extraño ver sus caras de asombro, oír la risa de grandes y chicos, y la devolución que me dan al terminar cada show”, expone. 

https://www.instagram.com/p/CAiI-DsnrIl/

FOLK HOP: la mezcla perfecta entre lo tradicional y lo under

Los miembros de FOLK HOP. Fuente: https://www.facebook.com/folk.hop

FOLK HOP es un grupo de artistas callejeros que se dedican a exponer su música por la Ciudad de Buenos Aires. Francisco Medrano en el bombo y la voz, Julián Chamorro en la guitarra y la voz, Israel Sosa en el rap, y Marcelo More en la voz se describe como una “banda fusión” debido a la combinación de géneros que se perciben en su música.

Israel Sosa, rapero de la banda, explica que el nombre de la misma, deriva directamente de la fusión del folklore y el hip hop: “Mezclamos todo tipo de música latinoamericana con hip hop, así nació el concepto y hasta hoy fue así”. Pero FOLK HOP no solo crea sus propias canciones, sino que también, convierte “hits” clásicos de autores latinoamericanos y los mezclan con el hip hop.

FOLK HOP tocando en la linea de trenes Mitre – Tigre.

Todos los miembros de FOLK HOP forman parte del arte callejero desde hace años. Sosa, aclara que el objetivo fundamental de la banda es hacer lo que los hace felices compartiendo su arte por las calles de Buenos Aires, pero con la llegada del aislamiento social, preventivo y obligatorio su meta se vio fuertemente afectada. “La cuarentena nos afectó completamente porque todos trabajamos de lleno en el arte callejero”, cuenta el rapero. 

Instagram, Youtube y Facebook, son algunas de las redes sociales que utilizan actualmente para tratar de ganarse la vida difundiendo su arte. Su particularidad en el plano del uso de las redes, es que no solo utilizan sus propios contenidos, sino que también, difunden a través de sus páginas lo que captan las personas que los ven por las calles.

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Ezequiel para los amigos, Tenaza para el público

Ezequiel Aguilera tuvo su primer acercamiento con el teatro alrededor de sus 20 años. Oriundo de Villa Ballester, comenzó a estudiar con Omar Pacheco, un profesor de teatro de la municipalidad de San Martín “bastante complejo”, según comenta. Empezó “como cualquier chico”, poniéndole mucha pasión a sus clases y dedicándole cada vez más tiempo. “Me juntaba con amigos y amigas a leer obras, a ensayar, a improvisar”, cuenta. 

Actuar era uno de sus miles de sueños y, finalmente, se volvió realidad. Se convirtió en Tenaza y comenzó a convertir cada lugar que pisaba en un escenario. “Quien se anima a salir a actuar en la calle convierte cualquier espacio público en un teatro”, explica. Para Aguilera una plaza, una peatonal, la esquina de una heladería o una estación de tren pueden ser posibles escenarios. Eso, para Tenaza, es el beneficio del arte callejero. “Si tengo ganas de comer y no tengo dinero, puedo ir con mi guitarra, mi vestuario, mis poemas, y recitarlos donde quiera”, dice, siempre y cuando la persona tenga la técnica del trabajo a la gorra.

Dado que hacer teatro, varietés, y fiestas privadas, es su única fuente de ingresos, Ezequiel se vio en gran parte afectado por la cuarentena. “Tengo la ventaja de poder hacer funciones a la gorra de manera online”, explica, y agrega que las posibilidades de ganar dinero de esa manera  están ligadas a la cantidad de seguidores y suscriptores de cada uno. “Algunos están ganando muy bien con eso y otros se mantienen, como yo”, expresa.

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Estas alternativas son, para él, redituables con lo justo; “comés, pagás las cuentas, y por ahí no llegás”, dice. Tenaza no recibió ayuda por parte del gobierno ya que la primera vez que intentó obtener el IFE, fue rechazado. Si bien sabe que su situación económica no es la mejor, y que aquella ayuda del gobierno le vendría muy bien, decidió no volver a intentar.

“No insistí porque sé que hay mucha gente que lo debe necesitar más que yo, por más que no tengo un mango -dice-. Así también insistí por mi parte, pensando en que este subsidio le va puede llegar a alguien que lo necesite más, como alguien con hijos, por ejemplo. Me hubiese gustado recibir el IFE, pero puedo ir zafando por mi parte todavía”. 

Más allá de lo económico, Tenaza extraña el teatro por todo lo que el mismo conlleva: la preparación previa del personaje, la adrenalina, el encontrarse con sus compañeros y compañeras previo a cada función, la alegría, la pasión y la energía. “Más allá de lo obvio del aplauso, son momentos que se extrañan muchísimo”, comenta. La comunicación, para el actor, es real cuando se actúa en vivo.

“Actuar para gente, poder mirarla a los ojos, es fundamental. Sentarse a actuar a través de un celular es triste, es deprimente, pero es la alternativa que encontramos”, concluye Aguilera.

Por Candelaria Capelli y Rodrigo Ibar Coelho

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